158. Cultivar la condición de Espectador Comprensivo


“En mi mundo, nunca nada va mal”

Estas palabras fueron pronunciadas por
Nisargadatta Maharaj en respuesta a una
entrevistadora que, exasperada, le pidió a
Maharaj que hablara de los problemas de su vida.

Para mi, es la afirmación de mayor fuerza que haya oído jamás.
La tengo presente cada día de mi vida y he hecho colgar una reproducción de la misma en un lugar estratégico de mi despacho como recordatorio de su supremo valor.

La entrevistadora insistió en que Nisargadatta
tenía que tener problemas como todos los otros seres humanos.

Nisargadatta le dijo:
— Usted no tienen ningún problema, sólo su cuerpo tiene problemas… en su mundo, nada perdura; en el mío, nada cambia —

¿Por qué diría este iluminado maestro
que en su mundo nada iba nunca mal?

Yo creo que se debía a que estaba
hablando desde la posición del:
— ESPECTADOR COMPRENSIVO —

Dentro de todos nosotros existe la
dimensión eterna e inmutable de nuestro yo espiritual.

Éste es el yo invisible que le habla al yo físico.

Es el pensador de los pensamientos.
Este observador comprensivo no se revela con instrumentos
científicos y no aparece en las autopsias.

Cuando uno es realmente capaz de creer en el dominio espiritual del espectador, entonces nada va mal porque el mal no carece de sentido para el observador. Todo tiene su orden. Nada se cuestiona desde esa perspectiva. Es como vivir en el paraíso, donde están la eternidad y el alma, al tiempo que uno se encuentra en el cuerpo físico. Pero en este espacio, el cuerpo no es el centro de la existencia.

No estoy sugiriéndole que se retire y se deshaga de todas sus posesiones materiales con el fin de hallar esa clave para la conciencia superior, aunque, desde luego, es una posibilidad. En cambio, quiero que considere cómo estas palabras de “nunca nada va mal”, de “no tener problemas” y de “vivir en el mundo de lo inmutable pueden aplicarse a su despertar espiritual.

Hay muchísimo que aprender de estas ideas.
Cultivar la condición de espectador le pondrá en el sendero
donde su YO SUPERIOR comienza a influir sobre su EGO FÍSICO en lugar de que suceda lo contrario.

Como dice Maharaj:
“Dedícale toda tu atención, examínalo con amoroso cuidado, y descubrirás alturas y profundidades del ser con las que no has soñado, absorto como estás en la insignificante imagen de ti mismo”.

Estas palabras describen el poder y el valor de cultivar la condición de observador.
La manera de sentir y vivir nuestros apegos y sufrimientos puede cambiarse cuando se aprende a acceder a la actitud del espectador. He aquí las principales ventajas cuando uno traba conocimiento con su observador comprensivo:

1.- Cuando usted cultiva la condición de testigo comprensivo, adquiere conciencia de que es algo más que sus pensamientos, sentimientos y sensaciones. Usted aprende que es mucho más que un cautivo del conjunto de creencias y comportamientos adquiridos que ha practicado a lo largo de su vida.

a) Adquirirá una visión más amplia de quién es, y esta nueva percepción le conducirá a niveles de vida más elevados.

b) Le pondrá en contacto con su alma eterna. Al conocer ese yo espiritual, usted será capaz de elevarse a alturas que sus creencias anteriores le impedían ver.

c) En las relaciones, comenzará a trascender su ego y abandonará la necesidad de tener razón.

d) La simple observación de sí mismo le revelará hasta qué punto son limitadoras las antiguas formas de ser.

e) El espectador comprensivo abrirá la puerta a la comunión espiritual con los seres queridos.

f) El aprendizaje de cultivar la condición de espectador añadiá nuevas dimensiones a su vida, y le conducirá a una existencia más espiritual y jubilosa.

2.- Cuando usted cultiva su condición de espectador comprensivo, adquiere conciencia de que usted es algo más que aquello que le molesta. Al cultivar la condición de observador, la verdad de “en mi mundo nunca nada va mal” se hace evidente.
Uno desarrolla un saber que trasciende lo que llamamos nuestros problemas. El espectador no se identifica con ellos. Los ve como concernientes al cuerpo, y pueden ser resueltos sin desesperación. Distanciándose de ese modo, los problemas no pueden fijarse en su mundo interior.

a) Usted se volverá casi indiferente porque poseerá el conocimiento de que en ese mundo del cuerpo todo cambia, nada permanece igual.

b) Los problemas también cambiarán.

c) Llegarán y se marcharán.

d) La frase “también esto pasará” adquiere un significado más personal y relevante.

e) Si aprende a ver las dificultades no como algo que se inscribe en su yo interno sino como manifestaciones pasajeras del mundo de lo físico, cultivará la condición de espectador en el sendero de su búsqueda espiritual.

3.- Cuando usted cultiva su condición de espectador comprensivo, emprende una acción que puede disipar los problemas. En un punto anterior de este libro escribí brevemente acerca de la mecánica de la creación. La misma explicación es aplicable al cultivo de la condición de espectador.

Como breve recapitulación, he aquí dos frases que resumen el libro de Nick Herbert, Quantum Reality (Realidad cuántica):

“No existe realidad en ausencia de observación.
La observación crea la realidad”.

Por lo tanto, el acto de ser espectador –por sí solo,
sin ninguna otra actividad que interfiera- creará su realidad.

Cuando usted presencia con actitud comprensiva, benevolente, los hechos problemáticos de su vida, manteniendo su atención en ello de una forma que ayuda a adoptar resoluciones, eso es lo que ocurre. El plantearse un problema a la manera del testigo crea la energía necesaria para avanzar. A mí me resulta muy satisfactorio hacer que los problemas se desvanezcan de mi vida mediante este proceso de observación.

Por ejemplo, en el pasado me ponía muy ansioso ante la presión de una fecha límite de entrega para acabar un escrito. La ansiedad se manifestaba en forma de malestar estomacal, fatiga, sensaciones de inquietud y malestar físico general.

Cuando aprendí a ser espectador descubrí que podía cerrar los ojos y negarme a identificarme con
“el problema”

Continuaba formando parte de mi cuerpo, pero estaba separado de mí. Al observarme a mí mismo en ese estado, comprensivamente despegado de mi cuerpo, pude notar que los síntomas de la ansiedad se disipaban. Me encontré con que me sentía calmo y confiado.

Cuando la urgencia de fecha límite volvía a entrar en mi mente, el malestar regresaba, pero era diferente. Ahora yo no era el pensamiento sino el observador del pensamiento. De modo gradual, el pensamiento desaparecía y era reemplazado por una sensación de calma.

Tras treinta minutos de ser espectador observando cómo los pensamientos llegaban y se marchaban, y vuelta a empezar, toda la escena se disolvió.

— Abandoné literalmente mi ser —

Entonces descubrí que era capaz de sentirme y escribir en lugar de estar apresado por las ideas derivadas de la fecha límite que imponían mi cuerpo y mi mente.

El acto de observar como testigo desde una perspectiva objetiva creó una nueva energía dentro de mí. La energía disolvió el problema y me permitió funcionar a un nivel más saludable y productivo.

4.- Cuando usted cultiva su condición de espectador comprensivo, lleva paz a su vida. No sólo se pone en contacto con la parte espiritual de su ser, sino que también permite que la paz y armonía de esa presencia gloriosa sea una experiencia básica en su vida cotidiana.

Stephen Wolinsky lo describe de la siguiente
forma en su libro Quantum Consciousness
(Conciencia cuántica):

“Si puedo comenzar a observar, a ser testigo de mis reacciones, me sentiré más libre y en paz. Mediante la identificación y fusión con un pensamiento o sentimiento me impido a mí mismo ser el observador y me convierto en la experiencia misma”.

a) La capacidad para adoptar el punto de vista del espectador significa permitirle a nuestro yo superior observar de una forma que no comporte la formulación de juicios.

b) Cuando puede observar su ego, usted ya no es su ego.

c) Su ego retrocede cuando su yo espiritual está más íntimamente integrado a su ser.

d) Descubrirá que esta nueva paz le llevará por las tareas de su mundo material con una mayor eficacia y productividad.

5.- Cuando usted cultiva su condición de espectador comprensivo, da el primer paso hacia la liberación. Cuando comienza a alejarse y observar, ya no está controlado por los hechos físicos de su vida.

Por ejemplo, cuando experimente enojo, DÉ UN PASO ATRÁS Y OBSÉRVELO durante unos instantes. Advertirá que queda casi de inmediato liberado del dolor asociado al enojo. Los acontecimientos continuarán sucediendo, pero usted ya no será el que se identifique con esos hechos.

Ser capaz de observar los acontecimientos, incluido los de su propio cuerpo, le libera de tener que experimentar el dolor que en otra época creyó que era la única opción. Mi esposa y yo hemos criado ocho hijos; si no hubiéramos mantenido la actitud del espectador, muchas veces podríamos habernos sentido muy turbados y desdichados.

Con una actitud de observador, podemos dar un paso atrás y contemplar nuestros pensamiento y sentimientos, así como los que tienen nuestros hijos. Sabemos que nos liberaremos si podemos desprendernos de vez en cuando del caótico mundo físico de nuestra numerosa familia.

a) Desde el espacio del espectador comprensivo que no se identifica con el problema, el problema desaparece.

b) La solución proviene de nuestra habilidad y voluntad de confiar en que podemos ofrecer consejo y guía, sin identificarnos como padres fracasados o como padres perfectos.

c) El acto de observar nos libera.

d) Y también le liberará a usted cuando cultive su condición de espectador.

6.- Cuando usted cultiva su condición de espectador comprensivo, entra en contacto con Dios. Gracias al acto de cultivar la condición de espectador he llegado a conocer a Dios con más claridad. El acto de observación es lo máximo que he sido capaz de hacer para acercarme a la verdadera experimentación de otra dimensión, dimensión no estorbada por las limitaciones del mundo material.

Es una experiencia extracorpórea, en la que se ve el cuerpo y los pensamientos sin identificarse con ellos.

Una práctica regular de la observación hará
que pueda apreciar el comentario de Carl Sandburg:

“Algo me originó y no tenía origen;
algo me pondrá fin y no tiene fin”

Desde la posición de espectador, usted sabe que no es sólo eso que ver. Hay una realidad espiritual disponible cuando se separa de su yo material. La conexión con el plano superior de sí mismo la establece sólo desde esa posición.

La energía divina que tiene en su interior le envuelve en amor y paz mientras observa los pensamientos, sentimientos y sensaciones de su cuerpo. Este proceso de cultivar la condición de espectador es el proceso de conocer la verdad que anunció San Mateo:

“…para Dios, todo es posible” (San Mateo, 19:26).
Ahora, dígame si se puede decir algo más.

Usted sabe que todo no es posible en el reino de lo físico; por lo tanto, Dios viene a ser esa parte de usted que está más allá de lo material. Mediante la condición de espectador puede conseguir que esto sea su realidad.

Así pues, he aquí los seis beneficios
que obtendrá al alcanzar la condición de espectador.

Paulatinamente, usted emergerá como un ser que sabe que existe fuera de sus pensamientos, emociones y sensaciones físicas, y por lo tanto éstos no desempeñan el importante papel que han estado representando.

Artista-Izabela Krzyszkowska

157. Abrazaré mis demonios…

Todos tenemos un pasado y llevamos sobre
nuestros hombros su carga.

Aprendemos a vivir con el, lidiamos con el
y tratamos de guardarlo en lo más profundo del baúl de recuerdos.

Nos convertimos en personajes para luchar contra ellos, para mostrarnos ante la sociedad como esa persona «normal»; cuando el significado de normal es tan relativo. Nos auto castigamos, y nos vamos destruyendo lentamente al ser tan críticos con nosotros mismos, pasando por alto que nunca debemos arrepentirnos de lo vivido; haciendo la salvedad de que hablo de las acciones y consecuencias de nuestras decisiones.

Cada acción tiene su consecuencia, eso lo sabemos desde que recibimos nuestros primeros regaños, sin embargo no nos laceramos en ciertas etapas. Lo tomamos como un error o mal comportamiento, y seguimos felices por la vida.

Ya en nuestra etapa joven/adulta podemos llegar a convertirnos hasta en nuestro propio enemigo. Ya no lo vemos como errores, ahora todo lo vemos como pecado; eso que te llevará a quemarte en las llamas del infierno si no cambias y te arrepientes.

— He aquí la carga de tus demonios —

Pero acaso no son estos demonios los que te han ayudado a madurar, a crecer y desarrollarte como ser humano? A caso no son estos demonios los que te han llevado a ver la vida con un significado real? Por qué querer olvidar lo que ha marcado tu vida para bien? Por qué no aceptar con valentía las acciones que han transformado tu esencia? Si no abrazamos nuestros demonios, la palabra felicidad no florecerá ante tus ojos.

Vamos por la vida haciendo de otros nuestro espejismo. Cuando lanzamos grandes críticas al prójimo, es el mero reflejo de aquello que aún no has hecho tuyo; te hace daño porque no lo has aceptado (aquí no se trata de superar traumas, sino de entenderlos y hacerlos parte de tu diario vivir de forma constructiva). Nos llenamos la boca de veneno y lo expulsamos sin pena y sin gloria, convirtiéndonos en seres frustrados e inferiores. No creamos que por lanzar epítetos vulgares y sin fundamento lógico, hacemos de nuestra existencia una digna de admirar. Todo lo contrario, alimentamos un falso ego…alimentamos un pasado que ya no debemos vivir, sino tan sólo aprender de él.

Cómo pretender ser felices? Cómo esperar recibir amor incondicional, si ni tan siquiera somos capaces de amarnos tal cual somos? Nos miramos al espejo y vemos un ser abominable, en ocasiones no se trata ni de belleza física, pero nuestra propia crítica nos convierte en personas horrendas ante nuestros ojos.

Y somos capaces de preguntarnos porqué no logramos amar y como es posible que no vean que puedes dar lo mejor. Siempre has tenido la respuesta, pero te agobias con lo que ya viviste y no te preocupas por lo que deseas vivir.

Da gracias por lo que fuiste, te formó en lo que eres hoy, y acepta lo que eres hoy porque así construirás lo que serás mañana. Olvida si en algún momento te aferraste al alcohol para anestesiarte, si fumabas para aliviar tu estrés, si estuviste con una persona casada, si abortaste por la razón que fuera, si fuiste infiel, si tuviste hijos sin desearlos y te costó cuidar de ellos, si deseaste el mal, si te drogabas para olvidar o simplemente gozar… en fin, independientemente lo que hayas vivido, hoy eres otra persona llena de experiencias fascinantes. Si no tuviéramos una historia que contar, no tendríamos conversaciones ricas; tendrías una vida falta de virtudes.

Tan solo basta con abrazar tus demonios
para volver a nacer… te sentirás vivo porque has sobrellevado cada situación o caso fortuito, y es motivo suficiente para alagarte.

Nunca temas abrir tu corazón… sólo así sanarás tu alma.!

No obvies el hablar con quien te rodea, sabrás escoger bien a quién le cuentes lo que te corroe. Y nunca olvides que así como tú cargas con los tuyos, los demás cargarán los suyos; y cuando estés abierto a amar y ser amado, tendrás que luchar contra los demonios de tu contraparte. Que no te ciegue el rencor, que tu falso ego no se apodere de ti. Busca confiar en la maravillosa persona que eres, y a ti llegará la felicidad.

Abracé mis demonios y cada uno de sus personalidades, los hice parte de mi vida y de cada uno tomé una virtud.

No lucharán entre sí porque al fin tengo el control, los acepté como parte de mi esencia; esa que me hace única ante los demás. Hoy me dan fortaleza, sabiduría, realidad, pero sobretodo experiencias. Hoy soy dueña de mi vida, ellos se han dado por vencidos y vivimos en armonía.

Vivimos el día a día, vivimos el hoy, sin arrepentirnos de nuestro pasado y enfocándonos en el presente. La clave de la felicidad eres tú ámate, valórate y siente orgullo por tu pasado.

En lugar de huir de tus demonios,
habla con ellos, a veces te entienden mas.!

156. No tienes problemas, aunque creas que los tienes.


¿Has pensado alguna vez en las limitaciones
que experimentamos cuando nos identificamos sólo como
un cuerpo físico de existencia material?

Dejate llevar…

PRIMER PASO PARA ACCEDER A LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

RECONOCER: Puede parecer evidente que hay que reconocer algo antes de aplicarlo; pero, en realidad, es el paso más difícil para alcanzar la iluminación espiritual.

Para reconocer que existe una fuerza invisible que puede emplearse para solucionar problemas hay que superar toda una serie de condicionamientos que nos han ido inculcando durante toda la vida.

Por ejemplo, ¿crees que para hacer frente a nuestros problemas sólo podemos remitirnos a nuestras facultades sensoriales o intelectuales? A la mayoría nos han enseñado que es así y que toda la información que hemos adquirido constituye el inventario total de las opciones de que disponemos.

Esta actitud condicionada no reconoce nuestra
conexión divina, que nos ofrece la posibilidad de encontrar una solución espiritual a los problemas.

En este estado de no reconocimiento, creemos que las medicinas, las hierbas, la cirugía y los médicos son responsables de todas las curaciones, o que mejorar el panorama financiero de uno supone exclusivamente que hay que trabajar mucho, estudiar, hacer entrevistas y enviar currículos. En esencia, este no reconocimiento nos lleva a creer que sólo conocemos los fenómenos que se pueden explicar a través de las funciones sensoriales.

Patanjali describió un tipo de conocimiento o poder al que no se accede únicamente a través del mundo material o sensorial. El primer paso para activarlo consiste en reconocer que este poder existe y que siempre está disponible. Sin embargo, no se accede a él sólo a través de las enseñanzas de otros, o a través de escritos antiguos, igual que no soñamos porque alguien enseña o escribe sobre los sueños. Reconocer, igual que soñar, es algo a lo que accederemos si nos comprometemos interior y exteriormente con nuestra capacidad de reconocer.

Por ejemplo, en este primer paso, cuando te encuentres ante un problema, te aconsejo que crees una afirmación personal como: «Puede que no sepa exactamente cómo encontrar la solución espiritual, pero reconozco que existe». Reconociendo su existencia invitamos al poder a que sea conocido por nosotros.

Como seres físicos, podemos hacer crecer una flor en el sentido al que se alude en la respuesta a la pregunta de antes. Pero si pensamos un poco, nos damos cuenta de que somos incapaces de desentrañar el misterio de la fuerza invisible que da origen a la vida.

Sin embargo, la solución a nuestros problemas está ahí, en ese mundo espiritual omnipresente, omnisciente y omnipotente. Esta fuerza espiritual está en todas partes, en todas las cosas y en cada uno de nosotros. Cuando damos el primer paso, reconocer, iniciamos el proceso de acceder a este poder que todo lo sabe.

SEGUNDO PASO PARA ACCEDER A LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

PERCEPCIÓN: Descubrimos que el conocimiento alcanzado por la percepción es de un orden mucho más elevado que el razonamiento intelectual.

No se trata de un ejercicio de razonamiento intelectual. En este paso vamos más allá del reconocimiento de una presencia espiritual y entramos en la fase de percepción, donde no se confía en nada más que la propia experiencia. Nos convertimos en exploradores de un territorio virgen en el que no puede haber nadie más que nosotros. Aquí, sólo tú puedes validar tu experiencia.

Nuestro deseo de percibir la presencia espiritual forma parte de la dinámica inexplicable que da origen a la vida. Cuando meditamos activamente sobre un ideal espiritual, o incluso sobre una personalidad dada, expresamos nuestro deseo invitando a que esa presencia sea accesible.

Sugiero que empieces este proceso de percepción visualizando la presencia que buscas. Crea en tu interior la imagen de tu persona recibiendo la orientación divina y borra todas las dudas que tengas sobre su validez. Sé consciente de que, cuando entras en ti mismo, no tienes que explicar o defender nada. Bastará con el deseo silencioso de percibir tu espíritu para que lo descubras. Descubrirás que tu imagen se disuelve y se convierte en la realidad de una presencia accesible dentro de ti. Esto es la percepción. Es una experiencia personal que va más allá de cualquier ejercicio intelectual.

Con la práctica y el deseo, mediante
la sola meditación, podrás experimentar la presencia.

En ocasiones el intelecto persistirá, tratando de que tu experiencia encaje en la realidad del mundo material. Una manera de pensar en este proceso de acercarse a la percepción es imaginarse un imán. Imagina que tú eres el imán y atraes hacia ti todo lo que has reconocido como cierto. Luego, poco a poco, sé consciente de una fuerza magnética mayor, que te empuja hacia verdades más elevadas. El esfuerzo ya no es exclusivamente tuyo. Te encuentras en una especie de campo magnético metafísico, que te impulsa hacia tu percepción.

He experimentado personalmente esta percepción durante años. Cuando entro en un estado de meditación profunda, soy consciente de una fuerza que me impulsa hacia Dios. Las revelaciones que experimento en esos momentos me ayudan a renovar mi mente, ya que conecto con una energía que me impulsa hacia la solución de cualquier dificultad.

Por ejemplo, algo tan mundano como comprar una propiedad donde instalarme con mi esposa cuando nuestros hijos hayan abandonado el nido me causaba una gran inquietud. Entré en ese campo magnético invisible de energía y fui guiado hacia una solución. En el momento oportuno, un amigo me llamó y dijo una frase que me sacó del dilema. ¡Hecho! Esto es lo que yo llamo percepción en acción.

Todos podemos emplear esta percepción de la disponibilidad del espíritu para resolver problemas. Cuando aprendas a dar el primer paso, el reconocimiento de las soluciones espirituales, pasarás a un estado de percepción en el que experimentarás el poder. Te darás cuenta de que, con la energía espiritual que hay en ti, puedes controlar cualquier falta de armonía, discordia o enfermedad.

TERCER PASO PARA ACCEDER A LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

REVERENCIA: Comulgar serenamente con la fuerza espiritual es nuestra manera de ser uno con ella.

Algunas personas llegan enseguida al tercer paso, la reverencia, mientras que otras tardan mucho en llegar a ella. Comulgar serenamente con la fuerza espiritual y ser uno con ella significa que no hay sensación de separación. Somos conscientes de nuestra divinidad y comulgamos con esa parte de nosotros mismos.

En otras palabras, nos vemos como una parte de Dios; nos hallamos en un estado de reverencia por todo lo que somos. No dudamos de nuestra divinidad. En ese estado, experimentamos plenamente esta cita de la Biblia: «Ese día, sabrás que soy en mi Padre, tú en Mí y Yo en ti» (Juan, 14:20).

Cuando buscamos una guía, comulgar serenamente con Dios es una manera de desconectar unos momentos nuestra mente del yo. En lugar de pensar en términos de «yo puedo arreglar esto», estamos dispuestos a sumergirnos en nuestro yo superior. Como una gota de agua separada de su fuente, la mente pequeña es incapaz de crear y mantener la vida. Cuando la gota se une al océano, comparte todos los poderes de su fuente. La gota de agua separada de su fuente simboliza nuestro yo cuando estamos separados de nuestra fuente de poder omnipotente.

Comulgar serenamente nos permite gozar de la experiencia de encontrar una solución espiritual a cada problema. Los problemas persisten cuando no los reconocemos, no los percibimos y, finalmente, no comulgamos serenamente con nuestro origen, nuestro poder, nuestro espíritu, Dios.

Pienso a menudo en Abraham Lincoln cuando veía a su amada Unión desmoronarse bajo el peso del odio que se apoderó de su país.

Escribió: «Muchas veces me he hincado de rodillas con la abrumadora convicción de que no tenía a donde ir». «Hincarme de rodillas» es una manera de decir: «Me rindo a mi origen y entrego este enorme problema al mismo poder que mueve las estrellas».

Tú puedes hacer lo mismo en momentos de dificultad.
«Déjate ir y déjalo en manos de Dios»

Cuando comulgues serenamente con el espíritu, sentirás la presencia de un compañero sagrado. Puedes entregar tus problemas a este compañero «de más edad» y pasar a un estado de paz.

→El santo indio Sri Ramakrishna utilizaba la siguiente parábola para enseñar a sus devotos cómo alcanzar el estado de unión directa con Dios:

Un discípulo se acercó una vez a un maestro para aprender a meditar. El maestro le dio instrucciones, pero el discípulo pronto volvió y dijo que no podía ponerlas en práctica. Cada vez que intentaba meditar, se encontraba pensando en su búfalo doméstico.

—Entonces —dijo el profesor—, medita sobre ese búfalo al que tienes tanto cariño.

El discípulo se encerró en una habitación y se concentró en el búfalo. Al cabo de unos días, el maestro llamó a su puerta y el discípulo contestó:

—Señor, lamento no poder salir a saludarle. Esta puerta es demasiado pequeña. Mis cuernos no pasarán.

Entonces el maestro sonrió y dijo:

—¡Espléndido! Te has identificado con el objeto de tu concentración. Ahora, concéntrate en Dios y no te costará conseguirlo.

El mensaje es claro.
Sé uno con el espíritu y no dudes de tu divinidad ni la temas.

Pasa de tu ego a tu yo superior.

Hay una solución espiritual para cada problema.
Los tres pasos básicos para conectar con las soluciones espirituales de los problemas son: -Reconocimiento, Percepción y Reverencia.

Creo que mi definición de las palabras «espiritual», «problema» y «solución» puede constituir la base de una manera única de aportar paz y satisfacción a tu vida cotidiana. También pretendo que, una vez que hayas interiorizado estos tres conceptos no vuelvas a sentir que te enfrentas a problemas insuperables.

Con el tiempo, aprenderás que todo aquello a lo que llamamos «problema» se puede disolver saturándolo con la energía superior del espíritu.

Libro: LA FUERZA DEL ESPÍRITU
Wayne Dyer

Artista-Oleg Korolev

155. Cuando todo se derrumba


Cuando todo se derrumba y estamos al

borde de no se sabe que, la prueba para cada uno de nosotros

es permanecer en ese punto y no concretar.

El camino espiritual no consiste en tratar de
llegar al cielo y acabar accediendo a un lugar magnifico.

La Abadía Gampo esta en una vasta explanada donde el cielo se funde con el mar. El horizonte se extiende hasta el infinito, y en ese vasto espacio vuelan las gaviotas y los cuervos. El marco es como un enorme espejo que exagera la sensación de que no hay lugar donde ocultarse.

Ademas, como es un monasterio, hay pocas vías de escape:
nada de mentir, de robar, de alcohol, de sexo o de salir.

La abadía de Gampo era un lugar al que yo había añorado ir, y como Trungpa Rinpoche me pidió que fuera su directora, acabé instalándome en él. Estar allí me permitió comprobar mi gusto por los grandes desafíos, porque el primer año que pasé allí me sentí como si me hubieran hervido viva.

Lo que me ocurrió al llegar es que todo se me cayó a pedazos. Todas las formas que había tenido de protegerme,
de engañarme, todas las vías que había
empleado para mantener
mi brillante autoimagen..
todo se cayó a pedazos.

Por mucho que lo intentara no podía manipular la situación. Mi manera de hacer las cosas estaba volviendo locos a todos los demás, y eso era algo de lo que no me podía esconder.

Siempre había pensado que yo era una persona flexible y servicial que caía bien a casi todo el mundo. Había sido capaz de arrastrar conmigo dicha ilusión a lo largo de mi vida, pero durante los primeros años en la abadía descubrí que había estado viviendo en una especie de espejismo.

No es que no tuviera buenas cualidades; simplemente, ya no era la mujer absolutamente maravillosa que me creía. Había invertido mucho en esa imagen de mí misma y ya no podía mantenerla más. Todos mis asuntos pendientes quedaron expuestos vividamente, con precisión y en tecnicolor; y no sólo para mí misma, también para todos los demás.

Todo lo que no había sido capaz de ver de mí misma quedó patente de súbito y, como si eso no fuera suficiente, los demás podían opinar libremente sobre mí y mi manera de hacer las cosas.

Me resultó tan doloroso que me preguntaba si volvería a ser feliz alguna vez. Sentía que me lanzaban bombas casi continuamente y que mis autoengaños estallaban por todas partes. En un lugar donde se practicaba tanto la meditación y el estudio no podía perderme en justificaciones e intentar culpar a los demás; esa vía de salida no estaba disponible.

Por aquel tiempo nos visitó un profesor, y recuerdo que me dijo:

«Cuando seas una buena amiga de ti misma, tu situación también se volverá más amistosa.»

Ya había aprendido previamente esa lección y sabía que era el único camino posible. Solía tener un cartel puesto en la pared que decía:

«Sólo en la medida en que nos exponemos a la aniquilación una y otra vez podemos hallar en nosotros aquello que es indestructible.»

De alguna manera, antes incluso de oír las enseñanzas budistas, sabía que ése es el espíritu del verdadero despertar; tiene mucho que ver con soltarlo todo.

En cualquier caso, cuando nos desfondamos y no podemos encontrar nada a lo que agarrarnos, sentimos un gran dolor. Es como el lema del Instituto Naropa: «El amor a la verdad te pone en el sitio.»

Puede que tengamos una visión romántica de lo que eso significa, pero cuando la verdad nos tiene clavados, sufrimos. Nos miramos en el espejo del baño que refleja nuestros granos, nuestro rostro que revela el paso de los años, nuestra falta de bondad, nuestra agresión y timidez… todo ese material.

— Aquí es donde entra en escena la ternura —

Cuando las cosas se muestran inestables y nada funciona quizá nos demos cuenta de que estamos a punto de entrar en algo. Tal vez entendamos que es un lugar muy tierno y vulnerable, y que la ternura puede ir en ambos sentidos. Podemos encerrarnos en nosotros mismos y estar resentidos o podemos entrar en contacto con esa cualidad palpitante.

Definitivamente, hay algo tierno y
palpitante en la sensación, de no tener dónde agarrarse.

Es una especie de prueba, el tipo de prueba que necesitan los guerreros espirituales para despertar sus corazones. A veces nos encontramos en ese lugar a causa de una enfermedad o de una muerte, y experimentamos una sensación de pérdida: pérdida de nuestros seres queridos, pérdida de nuestra juventud, pérdida de nuestra vida.

→Tengo un amigo que se está muriendo de sida.
Antes de que me fuera de viaje, estuvimos hablando y me dijo:

«Yo no quería que me sucediera esto,
lo odié y me dejó aterrorizado.
Pero esta enfermedad ha terminado siendo el mayor regalo.»

Y continuó: «Ahora cada momento es precioso para mí. Toda mi vida significa mucho para mí.» Algo había cambiado realmente y se sentía preparado para morir: algo horroroso y pavoroso se había convertido en un regalo.

Que todo se nos venga abajo es una prueba y también una especie de curación. Pensamos que la cuestión es pasar la prueba o superar el problema, pero en realidad las cosas no se resuelven. Las cosas se caen a pedazos y después éstos se vuelven a juntar. Simplemente sucede así.

La curación proviene del hecho de dejar espacio para que todo esto ocurra: espacio para la pena, para el alivio, para la aflicción y para la alegría.

Podemos pensar que algo nos va a producir placer, pero no sabemos qué va a ocurrir en realidad. Podemos pensar que algo nos va a hacer sufrir, pero tampoco lo sabemos con certeza. Lo más importante de todo es dejar sitio para el no saber.

Tratamos de hacer lo que pensamos que nos puede ayudar, pero no sabemos. Nunca sabemos si nos vamos a caer redondos o si vamos a poder aguantar derechos.

Cuando vivimos una gran decepción,
no sabemos si ahí se acaba la historia; también podría ser el principio de una gran aventura.

Artista-Włodzimierz Kukliński

154. El juego de la Cara


Todos los «juegos que las gentes juegan»

surgen de un juego básico, al que nosotros llamamos
— el Juego de la Cara —

Ser libre-de-juego es cesar de jugar el
-Juego de la Cara-

y esto (en contextos religiosos) es llamado de varias formas:
Liberación, Auto-Realización, Despertar, Iluminación.

« El Juego en el que el jugador finge que tiene una cara »

Al niño en crecimiento le lleva años aprender el
-Juego de la Cara- completamente y seguirlo con convicción.

En los siguientes ejemplos, la lección todavía tiene que ser aprendida:
El niño es todavía (por el momento, en cualquier caso) tan sin cara como en el nacimiento.

El niño pequeño es sin-cara, y su aprendizaje a fingir lo contrario es una tarea larga y complicada, que comienza casi con el nacimiento y que difícilmente se completa hasta los diez años.

Hay tres maneras de aprender
el Juego y ellas se completan y refuerzan unas a otras.

Todas son completamente deshonestas.

Esta vía es no visual, y se construye en base al tacto, la actividad y tensión muscular, sensaciones de calor, frío, dolor y demás. Desde el nacimiento, la cara del niño es besada, acariciada, alimentada, lavada, y por lo general manoseada y halagada, como para componer su fragilidad inherente y corporizarla en adelante.

A medida que uno crece, la necesidad
de CORPORIZAR LA CARA aumenta en lugar de disminuir.

El sitio se manipula todavía más: Se asiste al ritual del lavado frecuente, limpieza de dientes, cepillado de pelo, adecentado, maquillaje y adorno de la propia cara, afeitarse, hacerse el interesante con gafas, fumar.

(¡DEBO TENER UN CARA aquí para insertar esta
gran pipa en ella, pues todo este humo tiene que estar saliendo de ella!)

Al comienzo, el niño ignora al otro niño detrás del espejo. Pronto, sin embargo, comienza a jugar con su pequeño amigo. Eventualmente, aprende que esa cara es «en realidad» su propia cara aquí, enfrente del espejo.

En su imaginación, alarga la mano hacia ella, la saca del espejo, la atrae hacia sí agrandándola según viene, la da la vuelta, y finalmente la encaja en su NO-CARA.

(Para comprobar cuán eficientemente está usted jugando al -Juego de la Cara-, mire en el espejo de su baño. Si ve a alguien en ese segundo baño vacío, detrás del espejo, mirando fijamente al suyo, entonces está jugando mal o no está jugando en absoluto. Si simplemente se ve a usted mismo, entonces está jugando bien).

Muchos nunca aprenden a jugar al -Juego de la Cara- con destreza o convicción, y algunos nunca llegan a jugarlo en absoluto. Habiendo fracasado o declinado tomarse a sí mismos según la estimación del mundo, son etiquetados de esquizoides o esquizofrénicos.

Jung decía que el esquizofrénico deja de serlo cuando siente que es comprendido; y un método de tratamiento ha sido adoptar (con sinceridad imperfecta) el lenguaje simbólico del paciente. Pero si el terapeuta mismo ha decidido no participar en el -Juego de la Cara-, en algunos casos puede hacer mucho más para ayudarle ratificando, con perfecta sinceridad, la visión de sí mismo del paciente.

Herbert, por ejemplo, se ve a sí mismo transparente, un vacío, hecho de cristal o de aire tenue: la gente ve sin obstrucción a través de él.

Herbert está demasiado cuerdo para estar cómodo. Tiene que comprender el Juego que los otros están jugando; ellos (o al menos su terapeuta) tienen que dejar de jugar. Detener el Juego.

La NO-CARA raramente desciende por sorpresa sobre alguien.
Tampoco es probable obtenerla por estudio o aún por meditación solitaria. Por norma, es transmitida.
Es fácil ver por qué.

Esencialmente transaccional, una infección social, el
-Juego de la Cara- es muy contagioso; e igual lo es el cese del Juego.

En la compañía de jugadores duramente «encarados» jugamos lo más duro que sabemos. En la compañía de los sin-cara —animales, idiotas, niños pequeños— moderamos nuestro juego y no es importante investir caras especiales.

En la compañía de un «Veedor», podemos encontrarnos por entero sin-cara temporalmente —así de contagioso es su darshan— (En su traducción más literal, darshan significa ‘visión divina’..)

Si mi opción es no participar en el -Juego de la Cara-, algunas personas a mi alrededor tenderán ya a seguirme, aunque su respuesta inicial pueda ser muy bien reforzar su juego como auto-defensa. ¿De qué modo preciso cesar de jugar los involucra necesariamente, y quizás les ayude a hacer lo mismo?

Hay tres estadios transaccionales.
(No es bueno leer sin más lo siguiente:

Póngase cara a cara con alguien
—y vea si usted está, de hecho, Cara a Cara—)

La última cosa que mucha gente quiere es librarse de sus caras,
y la intimidad libre-de-Juego que viene con ello.

Una de las marcas del juego (el juego en sentido técnico) es que cuando un jugador está en peligro de volverse consciente de su juego y de su motivación hasta ahora inconsciente, es posible que sufra estrés.

Cuanto más intensamente está jugando, y cuanto mayores son las ventajas ocultas que está obteniendo del juego, tanto más probable es su malestar o resentimiento cuando esas ventajas son amenazadas.

— Todo esto se aplica con mucha fuerza al Juego de la Cara —

— Las reacciones a su exposición varían ampliamente. La gente que, debido a la juventud o al fracaso en el desempeño de las normas sociales, no han aprendido a jugar el Juego con facilidad, están por lo general encantados de comenzar a abandonarlo.

 Por otra parte, los que han invertido mucho tiempo y esfuerzo en la construcción de la cara, y que han ganado con él las (supuestas) ventajas resultantes, es probable que intenten alguna maniobra que procure eliminar la amenaza a sus caras duramente ganadas.

— He aquí otro ejemplo, un ejemplo más dramático. Normalmente, el monje zen va a su encuentro diario con el roshi (anciano maestro) de muy buena gana, pero cuando se encuentra al borde del satori (comprensión) puede tener que ser arrastrado, debatiéndose, en la presencia del roshi, lo cual daría cualquier cosa por evitar.

— En general, el discípulo que está a punto de ver su -Cara Original- (su No-Cara, su Vacuidad) es propenso a suscitar en contra resistencias inesperadas.

Su malestar, cuando se enfrenta a esta barrera, es igualado por su gozo y alivio cuando entra en la simple verdad de su claridad.

«Nuestra Cara Original»

«Ver la Cara Original de uno»
es en el zen uno de los sinónimos de Iluminación.

«Ve en este mismo momento a qué se parece tu cara —la Cara que tenías antes de que tus padres nacieran», es el mensaje de Hui Neng, el fundador virtual del zen—.

Nuestra -Cara Original- es absolutamente sin características. Comprensiblemente, esta doctrina dejó perplejo al joven Tung-shan (807-869), que devino el fundador del Zen Soto.

El momento de su Iluminación fue cuando le aconteció ver su reflejo en un estanque. En nuestros términos, localizó su cara humana abajo, en el agua, y su Cara no-humana sin atributos sobre el agua. Se miró a sí mismo como la primera vez y tomó muy en serio lo que vio —en su verdadero valor— en lugar de jugar con ello.

«Cuando el pensamiento es dejado»
dice un maestro zen posterior, «la Cara original aparece».

Otras tradiciones religiosas, incluido el taoísmo, hinduismo (advaita), islam (sufismo), el cristianismo místico, tienen su versión de la -Cara Original-.

Están de acuerdo en que tengo que ver, no sólo reconocer, esta vacuidad que permanece aquí en el Centro de mi universo y que está llena de este universo. No es que yo deba hacerme tan sin-cara, tan incorporal, tan grande como era en la cuna; sino más bien ver que he sido siempre así, y siempre lo seré, ya sea que tenga la honestidad de reconocerlo o no.

Y después de todo, esto tiene sentido:
El niño libre- de-juego está aquí así de evidente en realidad.

Las Cinco Etapas del Juego.
(1) Como cualquier animal, el niño recién nacido es —para sí mismo— Nada, sin-cara, sin límites, no separado de su mundo, la primera persona sin saberlo.

(2) El niño pequeño, como hemos visto, es capaz de hacerse consciente (aunque breve e intermitentemente) de sí mismo como él es para sí mismo: Capacidad sin-cara.

Sin embargo, él está deviniendo también progresivamente consciente de sí mismo como él es para otros:
Una tercera persona muy especial y humana, completa, con cabeza y cara. Ambas visiones de sí mismo son válidas y necesarias.

(3) Pero cuando el niño en crecimiento aprende el Juego de la Cara, su adquirida visión de sí mismo desde fuera viene a ensombrecer, y al final a obliterar, su visión innata de sí mismo desde dentro. De hecho, él decrece, no crece.

Al comienzo, él contenía su mundo: ahora el mundo le contiene a él —lo poco que queda de él—. Toma la palabra de todo el mundo sobre lo que él es donde él es, excepto la suya propia, y ya no es la primera persona.

Las consecuencias son justo las que podrían esperarse. Encogido desde ser el -Todo- a ser esta parte insignificante, crece codicioso, lleno de odio, lleno de miedo, encerrado, insincero y cansado.

Codicioso, pues trata de recuperar, a cualquier precio, un poco de su imperio perdido; lleno de odio, pues trata de vengarse de una sociedad que le ha reducido tan cruelmente de tamaño; lleno de miedo, pues se ve a sí mismo como una mera cosa enfrentada a todas las demás; encerrado, debido a que la naturaleza de una cosa es mantener las demás fuera; insincero, pues se pone máscara tras máscara para cada persona u ocasión; cansado, debido a que se pierde mucha energía en mantener esas apariencias en lugar de dejarlas ir a donde pertenecen —a y para los otros—.

Y todos estos trastornos —y muchos más— surgen de su pretensión básica, el -Juego de la Cara-, pues imagina (contrariamente a toda evidencia), que él es a cero metros lo que parece a un metro —una masa de materia sólida, opaca, coloreada y definida—. En resumen, es fuera de sí mismo, excéntrico y auto-alienado.

(4) Él ve el Juego.
Por el momento, el Juego está detenido.
Este ver inicial es la simplicidad misma.
Una vez visto, nada es más evidente que la no-cara de uno.
Los resultados, sin embargo, incluyendo la liberación de la ira, el odio, el miedo y el engaño, están asegurados sólo mientras se está atendiendo a la Claridad aquí (que es la Liberación misma). Los atisbos de Claridad no son suficientes.

(5) Ahora comienza la fase realmente ardua. Tiene que seguir viendo su no-cara siempre y dondequiera que pueda, hasta que ver me vuelva por completo natural e incesante.

Entonces, al fin, termina el Juego.
Él es libre de juego, liberado,
Despierto, Iluminado, verdaderamente la primera persona.

Esta primera identidad personal consciente o Iluminación, ha estado surgiendo aquí y allá en los últimos 4000 años, y ahora está siendo bastante menos rara. Ella podría estar surgiendo a pesar de las todavía inmensas resistencias de la sociedad.

Esto es afortunado, pues la supervivencia de la especie bien puede depender de que esta condición se convierta, si no en universal, sí al menos en la norma reconocida, por la que se mida la verdadera salud mental.

Conclusión.
No hay fin al número y variedad de los juegos que surgen continuamente del -Juego de la Cara-, y no hay ninguna manera de ser libre de ellos excepto atajarlos en su fuente.

-El Juego de la Cara- es la raíz,
y todos los demás son sólo ramas y ramitas.

Parece sensato, en ese caso, cortar la raíz y dejar que las ramas caigan por sí solas. Hasta que no se ponen a prueba, esto son meras palabras.

Aquí hay una hipótesis de trabajo, y su comprobación no es necesariamente tan difícil como parece.

Aunque es universal, el -Juego de la Cara-
está deviniendo cada vez más manifiesto como absurdo e insensato..!

 

Libro El Juego de la Cara
DOUGLAS E. HARDING

Artista-Harry_Willson_Watrous