EXPLÍQUEME Dr: -Rasgos característicos de las personas depresivas

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– RASGOS DE LAS PERSONAS DEPRESIVAS –

# 1.- Baja tolerancia a la frustración

La vida es lucha, tensión, con una pizca de sufrimiento. El niño debe ir aceptando las frustraciones diarias (el olvido de un compañero en la celebración de su cumpleaños, la ca­rencia de un juguete, etc.)-, para que de adulto no sea excesivamente vulnerable a cualquier situación con­flictiva -(despido, ruptura sentimental, etc.)-.

Es una for­ma de fortalecer el yo y consecuentemente, contem­plar al otro no como un enemigo, sino como un compañero de camino (con sus más y sus menos) en el arduo viaje de la vida.

Es necesario que ayudemos a nuestros hijos a ir asumiendo las frustraciones de la vida. -¿Cómo? No sobreprotegiéndoles de tal modo que nada de lo material se les niegue y crean que tienen derecho a todo porque son -el ombligo del mundo-.

#2.- Perfeccionismo.

Es frecuente que las personas depresivas tengan un superyó muy rígido y muy exigente. Son muy cumplidores, autoexigentes, sin sentido del humor y perfeccionistas. Desean tener la -familia perfecta-, el -trabajo per­fecto-, los -amigos perfectos- e incluso el -cuerpo perfecto-.

Como esto no se puede conseguir, se de­primen al no conseguir sus elevadas expectativas. Son con frecuencia, personas insatisfechas, pues nunca están contentas con lo que tienen o con lo que han conseguido, -lo que produce culpa, al sentir que han fallado, y consiguientemente se deprimen-.

# 3.- Dependencia del cariño de los demás.

Es evidente que necesitamos al otro para conseguir nuestro bienestar. Cuanto más nos sintamos reconocidos y alabados por nuestro entorno, mejor. Pero no po­demos depender del cariño ajeno. -Por eso, muchas personas se deprimen al constatar que los demás -familiares y amigos- no les muestran el amor que esperaban-.

# 4.- Dificultad en expresar la agresividad.

Es preciso enseñar a nuestros hijos a reconocer sus sentimien­tos -(positivos y negativos)- para que puedan expresar­los o canalizarlos de forma adecuada.

-Si una persona no es capaz de poner palabras a su sentimiento de agresividad, éste se vuelve contra sí mis­ma y puede desarrollar una enfermedad depresiva-.
-Por eso algunos autores hablan de la depresión como una forma de autoagresión, y la psicopatía como una forma de agredir al otro-.

# 5.- Baja autoestima.

Nathaniel Branden, psicoterapeuta ca­nadiense,
da la siguiente definición de autoestima:

La autoestima plenamente consumada, es la expe­riencia fundamental de que podemos llevar una vida significativa y cumplir sus exigencias. Más concreta­mente podemos decir que la autoestima es lo siguiente:

1) La confianza en nuestra capacidad de pensar, en nuestra capacidad de enfrentarnos a los desafíos básicos de la vida.

2) La confianza en nuestro derecho a triunfar y a ser felices; el sentimiento de ser respetables, de ser dignos y de tener derecho a afirmar nuestras nece­sidades y carencias, a alcanzar nuestros principios morales y a gozar del fruto de nuestros esfuerzos.

Es decir, si no tenemos confianza en nuestras pro­pias capacidades para enfrentarnos a los factores estresores cotidianos y renunciamos a ser felices,
-esta­mos favoreciendo la aparición de una depresión clínica que confirme nuestros miedos:
-No valgo para nada-.

La autoestima supone creer en uno mismo y no de­jarse anular por el criterio del vecino o del amigo, pero tampoco aferrarse a una idea por el te­mor a dar una imagen de debilidad o inseguridad. Es el punto medio entre la tozudez y la falta de criterios.

De forma didáctica podemos
distinguir dos moda­lidades de autoestima:

-la esencial y la situacional-.

Un ejemplo de la primera (esencial) es Francisca, un ama de casa feliz con su tarea, que se siente amada y respetada por los suyos. Decía en una ocasión: -Soy feliz, pues siento que mis hijos me quieren y mi marido compar­te conmigo todas sus penas y alegrías; mis sentimientos los puedo poner en común con ellos-.

Este aspecto de la autoestima (situacional), es como los cimien­tos de la construcción de la propia existencia. Si falla, nunca encontraremos paz y felicidad. Sobre ella se construye la propia vida y es también el soporte de la confianza de hacer bien la tarea profesional.

En definitiva, el trípode sobre el que descansa la vi­vencia de autoestima se puede formular así: soy valioso, soy digno de que me amen y soy libre.

Para que el niño fortalezca su autoestima, es imprescindi­ble que vaya construyendo su propia existencia sobre el convencimiento de que: -tiene valor en sí (no por lo que hace y tiene)-, y esto le convierte en un obje­to de amor y cariño, al mismo tiempo que le permite ser libre, sobre todo en sentir y poder expresar con palabras sus sentimientos positivos y negativos.

A veces, pese a un buen clima psicológico, el indivi­duo no ha conseguido una alta autoestima porque no ha sabido, o no ha podido procesar esas vivencias po­sitivas; -entonces el fantasma de la insatisfacción y angustia se puede hacer presente en forma de una enfermedad depresiva-.

 

Artista-Camila do Rosário

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