A continuación expondré varias
maneras de manejar a una persona con la posibilidad
de realizar un acto suicida y alerto al lector
de que cualquier método,
siempre que sea auténtico, armonice con las características
de la personalidad de quien lo emplea, sea utilizado por quien crea en
su efectividad y persiga como objetivo impedir la consumación
de dicho acto, puede lograr buenos resultados
en la prevención del suicidio.
Frente a todo paciente con riesgo de suicidio lo primero que se evalúa es si el sujeto puede responsabilizarse con su vida o, no está en condiciones para ello.
Esto implica considerar quién ha sido esta persona, quién es ahora, comparándola con los datos recabados previamente, para hacer patente las diferencias, si existieran, y que pueden precipitar un acto suicida.
-Aquí queda incluida también, la búsqueda de -la parte sana e inteligente- del paciente, con la que debemos trabajar para disminuir las probabilidades de llevar a vías de hecho los propósitos autolesivos-.Paralelamente, se debe explorar qué otros recursos en la familia y en el medio están disponibles para evitar el intento o el suicidio de la persona.
Al igual que se evalúa la parte sana,
debe evaluarse la parte enferma del individuo,
es decir, su grado de perturbación mental.
-Si está privado o no de sus facultades mentales y si es capaz de participar de manera constructiva o no en su autoayuda-. Y también si esta persona tiene reales motivos para seguir viviendo, por lo que se hace necesario averiguar si está casado, si tiene hijos, si trabaja y se siente satisfecho con lo que hace, si tiene amigos o pertenece a alguna organización política, religiosa, fraternal, etc., su estado de salud física y sensación de bienestar, entre otras cuestiones.
Luego de este análisis entre quién era este sujeto y quién es ahora,
en este momento de riesgo, se pueden dividir las personas potencialmente
suicidas en tres categorías:
* PRIMERA CATEGORIA: -Personas imposibilitadas de hacerse responsables de sus vidas-. En esta categoría se incluyen a los que tienen muy pocos motivos para seguir viviendo, como los ancianos solos y sin familia que se ocupe de ellos y tengan otros factores de riesgo suicida sobreañadidos, como enfermedad dolorosa, incapacitante, que requiera varias intervenciones quirúrgicas, mala situación económica, tristeza, llanto, ideas suicidas, amenazas de quitarse la vida, ingestión frecuente de alcohol, insomnio marcado, demencia incipiente, etcétera.
-Los individuos portadores de enfermedades psiquiátricas graves como las esquizofrenias, los trastornos del humor, la depresión y el alcoholismo complicado; los dementes y los retrasados mentales moderados a severos, así como aquellos enfermos físicos portadores de cáncer o SIDA, y los que padezcan de dolor crónico intenso-.
Por último, los niños deben quedar entre las personas que no son responsables de sus vidas, pues, realmente, no lo son.
* SEGUNDA CATEGORIA: -Personas con responsabilidad parcial sobre sus vidas-. Se incluyen también los retrasados mentales ligeros, los alcohólicos no complicados y, desde luego, a los adolescentes, que aunque no son enfermos al igual que los niños, requieren a diferencia de éstos, no tutelaje, sino orientación y consejos.
* TERCERA CATEGORIA:
Aquí se incluyen a las personas con plena responsabilidad sobre sus vidas, como los que presentan trastornos de la personalidad, enfermedades psiquiátricas menores o no graves, enfermedades físicas con repercusión psicológica pero con conciencia lúcida, problemas situacionales sin síntomas de graves alteraciones del funcionamiento psíquico; y desde luego, los adultos sin trastornos psiquiátricos.
Este manejo se propone en lo fundamental, comprobar si el sujeto puede colaborar con el cuidado de su propia vida y con quienes le quieren ayudar a que se la cuide. Mientras menos cooperación haya, se deben extremar las precauciones pues es más probable la realización del acto suicida, independientemente del grado de responsabilidad que tenga sobre su vida.
Prof. Dr. Sergio Andres Perez Barrero
Busque ayuda inmediatamente si: Se siente abrumado. Está pensando en hacerse daño o en dañar a otra persona. Es incapaz de controlar su comportamiento. Tiene otros síntomas muy angustiantes de trastorno
de estrés postraumático.
EN CASO NECESARIO: Llame a su médico. Llame al 911 para servicios de emergencia o vaya a la sala de emergencias más cercana.
En un caso de emergencia, puede llamar a:
52-59-81-21
01-800-472-78-35
SAPTEL “Sistema Nacional de Apoyo, Consejo Psicológico
e Intervención en Crisis por Teléfono” (Cruz Roja Mexicana– 24 Hrs.) sin costo Tel.- 52-59-81-21 – 01-800-472-78-35 saptel@prodigy.net.mx http://www.saptel.org.mx/